el eco amortiguado de los ritmos metálicos de Rammstein se escabullía por las ventanillas abiertas del vehículo
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. –¿Cuánto tiempo lleva muerta? –preguntó Trokic.
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bajó a la carrera el trecho que faltaba hasta el final, donde yacía encogido. Sólo una vez agachada junto a él comprendió qué había provocado la caída. Una mancha de sangre que salía de algún punto en medio del pecho le empapaba la ropa
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en esos momentos; un juego en el que cualquier indicio de falta de carácter o engaño por su parte sería castigado.
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táctica militar llamada a justificar la aniquilación del enemigo
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La transformación no se hizo esperar. Una mirada punzante vino a reemplazar a aquellos rasgos dulces y reapareció la mujer llena de odio.
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su modo de ver, ni siquiera las pistas extra habían conseguido arrancarlos de su incompetencia.
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la corta distancia que los separaba veía la locura que palpitaba en sus ojos.
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quedó paralizado.
–Quién lo
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distinguía unas barcas de colores con la superficie verde de algas; sólo en ese trecho habría cerca de cien