Poeta en Nueva York

Quiero llorar porque me da la gana

como lloran los niños del último banco,

porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,

pero sí un pulso herido que sonda las cosas del otro lado.

Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.

Yo estaba en la terraza luchando con la luna.

Enjambres de ventanas acribillaban un muslo de la noche.

En mis ojos bebían las dulces vacas de los cielos.

y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

Toma este vals del "Te quiero siempre".

temblaba con un miedo de molusco sin concha.

No es extraño este sitio para la danza,

A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte,

He visto que las cosas
cuando buscan su curso encuentran su vacío.

Tropezando con mi rostro distinto de cada día.