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Sara Mesa

Cara de pan

La relación entre una adolescente y un hombre maduro que se encuentran en un parque. Una novela deslumbrante sobre tabús y miedos.
«La primera vez la coge tan desprevenida que se sobresalta al verlo.» El encuentro se produce en un parque. Ella es Casi, una adolescente de «casi» catorce años; él, el Viejo, tiene muchos más.
El primer contacto es casual, pero volverán a verse en más ocasiones. Ella huye de las imposiciones de la escuela y tiene difi cultades para relacionarse. A él le gusta contemplar los pájaros y escuchar a Nina Simone, no trabaja y arrastra un pasado problemático.
Estos dos personajes escurridizos y heridos establecerán una relación impropia, intolerable, sospechosa, que provocará incomprensión y rechazo y en la que no necesariamente coincide lo que sucede, lo que se cuenta que sucede y lo que se interpreta que sucede.
Una historia elusiva, obsesiva, inquietante y hasta incómoda, pero al mismo tiempo extrañamente magnética, en la que palpitan el tabú, el miedo al salto al vacío de la vida adulta y la dificultad de ajustarse a las convenciones sociales… La ambiciosa carrera literaria de Sara Mesa da un nuevo paso adelante con esta novela sobre dos seres desarraigados cuyos destinos se entrecruzan en un parque, una defensa de la inadaptación y la diferencia.
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Első kiadás
2018
Kiadás éve
2018

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Benyomások

  • lectorcitomegosztott egy benyomást2 évvel ezelőtt
    👍Érdemes elolvasni
    🔮Rejtett mélységek
    🎯Érdekes
    🚀Letehetetlen
    🐼Imádnivaló

    Una historia tan turbadora como tierna que avanza con certeza y maestría

  • Abraham Gad Lozanomegosztott egy benyomást6 évvel ezelőtt
    👍Érdemes elolvasni

    Conmovedor. La escritora muestra la compleja relación tejida entre dos persona y lo retrata a modo de un episodio profundamente conmovedor.

  • Gilberto Julio Marquina Castillomegosztott egy benyomást10 hónappal ezelőtt
    👍Érdemes elolvasni

Idézetek

  • Nerea Hontoria Blancoidézett8 nappal ezelőtt
    casi mediodía cuando aparece. Aunque una parte de ella ya estaba celebrando habérselo quitado por fin de la vista, otra, más oculta e incomprensible, se alegra de su llegada. El viejo está azorado, como si ya no esperara encontrarla allí, como si fuese otra vez una novedad, o un descubrimiento. ¡Pensé que ya no vendrías más!, le dice. Vine a buscarte ayer y anteayer, pero no te encontré, ¡pensé que seguías enfadada! ¿Enfadada? La niña tarda un rato en comprender, hasta que todo encaja. El viejo no tuvo en cuenta que era fin de semana. Ella no va hasta allí los sábados ni los domingos, no hace falta esconderse esos días. Si el viejo no lo ha deducido ya, es que efectivamente no sospecha lo más mínimo. Este razonamiento, más que tranquilizarla, le ofende un poco. ¿Así que no era necesario disimular? ¡Menudo imbécil! Se envalentona, habla con desparpajo, ya sin desconfianza. Los fines de semana no vengo, dice. Ah, bueno, murmura él, ¿y eso por qué? La niña clava su mirada en los ojos del viejo, enanos tras sus gafas. Porque no hay instituto, dice. El viejo se rasca la cabeza, aún sin entender. Ella se ve obligada a continuar, casi con rabia: en vez de ir al instituto, vengo aquí. Él despega los labios, como si fuese a decir algo que luego –al pensarlo mejor– no dice. Le pide permiso para sentarse. Ella asiente.
    El viejo ocupa su lugar muy despacio, sobre la toalla que ha vuelto a traer, pero que ahora no le ofrece. Cruza las piernas con dificultad y
  • Martha Alicia Bautista Garcíaidézett10 hónappal ezelőtt
    A Nina, continúa, cuando ya era famosa y ganaba un montón de dinero, la acusaron de evasión fiscal y tuvo que marcharse de su país, ¡esa fue la manera en que los Estados Unidos se deshicieron de ella! ¿Qué significa evasión fiscal?, pregunta Casi, y para explicárselo el Viejo le habla de los impuestos –de la rebeldía que supone negarse a pagar ciertos impuestos–. ¿Es aceptable no pagar al Estado si el Estado hace cosas malas con nuestro dinero como, por ejemplo, matar gente? Casi ha escuchado a sus padres hablar de los impuestos y cree que hay que pagarlos obligatoriamente, porque
  • Martha Alicia Bautista Garcíaidézett10 hónappal ezelőtt
    as pedradas de la gente –¿pues qué se creía esa mona pisando sus blancas aceras?–, y aun así seguía yendo, era valiente, ¡sí que le gustaba la música de verdad!

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