Si los escritores temen la Seca, como llamaba José Donoso al bloqueo creativo, la traductora teme el farfullar perplejo, el balbuceo. El despojamiento.
Mariana del Vergelidézettelőző év
a primera línea de la obra que he de traducir para que la lengua extranjera convierta en extranjera mi propia lengua, que es mi herramienta como escritora.
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La escritura siempre me había ayudado a hacer conocido lo desconocido. La traducción hizo desconocido lo conocido.
Mariana del Vergelidézettelőző év
Descubrí que era incapaz de crear y traducir al mismo tiempo. La traducción, al igual que la escritura, reclamaba una entrega absoluta.
Mariana del Vergelidézettelőző év
ción con los difuntos / y escucho con mis ojos a los muertos
Mariana del Vergelidézettelőző év
traducir aquel misterioso braille y rescatar el escondido nombre de los otros
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Allí donde ya habían comido fantasmas, alimentaría a los míos.
Mariana del Vergelidézettelőző év
No he vuelto a llorar con ninguna traducción, pero cada vez que acepto un encargo, regresa el recuerdo de mí misma llorando, abatida, en la cocina
Mariana del Vergelidézettelőző év
la fiera exigencia flaubertiana de hallar le mot juste, la palabra exacta.
Mariana del Vergelidézettelőző év
La traducción me descubrió un mundo de tormentos literarios.