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Pablo Laborde

Mueren se reproducen crecen y nacen

  • Balamoideidézett4 évvel ezelőtt
    El chico sabe lo que busco, y la chica supongo que también, aunque disimula esa comprensión con un adorable pudor femenino que parece haber pasado de moda. Asiento con la cabeza, procurando que no se vea mi apremio. Ella ya no quiere mirarme, sabe que ahora irán más allá, y la vergüenza manda. De hecho, ella intenta frenarlo todo. Se ve que toma consciencia de la locura, y si bien él le da seguridad porque claramente son novios o algo así, algo de repente la bloquea y le impide seguir. Yo intento hacerme todavía más pequeño, más invisible. Me deslizo en la silla hasta que mi cabeza queda a la altura de la tabla de la mesa, casi escondida detrás de la cafetera y las tazas. Empequeñeciéndome, procurando desaparecer, busco desactivar en ella el sentido común, ese sentido de la realidad que le indica que lo que está haciendo es, como mínimo, controversial. Y es él quien sale a luchar por mi deseo (o por el deseo de él por ella, o por el deseo de llevarse lícitamente esos dólares), y con besos y caricias, la persuade de volver al acto. Para mi alivio, ella vuelve al juego.
  • Balamoideidézett4 évvel ezelőtt
    Pero el que dijo eso de que el cerebro es el órgano sexual por excelencia, aunque a esta altura sea un empalagoso lugar común, no se equivocó: todo lo que les veo hacer a ellos, se refleja virtual y simétricamente en mi cuerpo: mojo mis dedos en la tibieza de la cavidad humedecida de ella, ostento la dureza de él, el aliento de ella me empaña las pupilas. Y cuando todo termina, siento también el alivio sideral de vaciar aquello que estaba cargado a reventar, de desagotar ese excedente que me estaba matando.
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