El bazar de los malos sueños

resultado es mejor que el concepto original. Cuando eso pasa, es todo un placer. El verdadero desafío reside en meterse en el condenado asunto, y esa es la razón, creo, por la que muchos aspirantes a escritor con grandes ideas nunca llegan a coger la pluma o a empezar a teclear. Muy a menudo es como tratar de arrancar un coche en un día frío. Al principio el motor ni siquiera cobra vida; solo gime. Pero si perseveras (y no se agota la batería) el motor arranca y comienza a funcionar… primero con un sonido áspero… y después acompasado.

Las ideas no se detienen solo porque uno se haga viejo. El cuerpo se debilita, pero las palabras nunca»

ajo el mensaje de bienvenida aparecía una ilustración: no un retrato de Charles Dickens o Eudora Welty, sino una gran torre negra. Tenía algo de amenazador.