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Tierras salvajes, Diana Palmer
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Diana Palmer

Tierras salvajes

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El oficial de las Fuerzas Especiales, Winslow Grange, veía las ventajas económicas de emplearse como mercenario. Después de trabajar en Texas en el rancho de su amigo Jay Pendleton, volver a las selvas de Sudamérica no iba a ser un trabajo fácil, pero ¿qué era eso para un boina verde?
El corazón de una mujer, sin embargo, era pisar terreno peligroso. Estando en Texas, su mayor problema había sido evitar a Peg Larson, hija de su capataz, y las complicaciones que podría acarrearle. Pero ahora estaba en Sudamérica, y cuando más concentrado debía estar en ayudar al general Emilio Machado a recuperar el control de la pequeña nación sudamericana de Barrera, la aparición por sorpresa de Peg se iba a convertir en una distracción inevitable, porque estaba decidida a demostrarle que podía serle útil dentro y fuera del campo de batalla. Grange estaba a punto de descubrir que, una vez que la joven había conseguido traspasar su armadura, atravesar las tierras salvajes del Amazonas iba a resultarle más fácil que defenderse de sus encantos.
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Első kiadás
2013
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Idézetek

  • Katsumiidézett5 évvel ezelőtt
    —Ser inventivo no siempre es bueno —le recordó con ojos resplandecientes—. No se me ha olvidado esa receta de patatas danesas.

    Ella puso una mueca.

    —Ni al jefe —dijo ella refiriéndose a Grange—. Lo probó, me miró y preguntó si lo habíamos comido alguna vez antes. Cuando le dije que no, dijo: «Pues mejor no repetimos».

    Ed se rio en voz baja.

    —No estaban tan malas. Pero no eran patatas, eran boniatos y no estamos acostumbrados a comer eso.

    Ella puso los ojos en blanco.

    —Lo único que quieren comer los hombres es carne con patatas.

    —La mejor comida del mundo es la comida sencilla.

    —Sí, pero tampoco es malo probar cosas nuevas.

    —Prueba con nuevas recetas de carne y patatas.

    —¡Eso es lo que hice!

    Él la miró con el ceño fruncido.

    —No tan nuevas.

    Ella soltó una carcajada y entró en la casa.

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