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Luigi Pirandello

El viaje

  • Andrea Ahedoidézettelőző év
    Por tanto se obligaba a refrenar la alegre y febril ansia de su mirada y a no volver continuamente la cabeza de una ventanilla a la otra (como tenía la tentación de hacer) para no perderse nada de todo lo que sus ojos, tan huidizos, registraban por un instante por vez primera.
  • Andrea Ahedoidézettelőző év
    Los hombres, mal que bien, encontraban en la variada sucesión de los negocios, en la lucha de los partidos comunales, en la cafetería o en el club social, por la noche, algo para distraerse de alguna manera. Pero las mujeres, en las cuales desde la infancia se había reprimido cualquier instinto de vanidad, casadas sin amor, después de haberse ocupado siempre (como sirvientas) de las mismas tareas domésticas, languidecían míseramente con un niño en el regazo o con un rosario en la mano, a la espera de que el hombre, el amo y señor, volviera a casa.
  • Andrea Ahedoidézettelőző év
    caminaban serias y sonrojadas, con los ojos clavados en el suelo, incómodas, apretadas al marido o al padre o al hermano mayor
  • Andrea Ahedoidézettelőző év
    Nadie se sorprendía por esta clausura en aquel pueblo del interior de Sicilia, donde las rígidas costumbres por poco no imponían a la esposa que siguiera a la tumba a su marido. Las viudas tenían que permanecer encerradas así, en perpetuo luto, hasta la muerte.
  • R Güemesidézett2 évvel ezelőtt
    Y, como si una luz de otros cielos se encendiera de pronto en aquel inconmensurable vacío, sintió que en aquel momento ella se nutría de la eternidad, que adquiría una lúcida e ilimitada conciencia de todo, del infinito que se esconde en la profundidad del alma misteriosa. Sintió que había vivido lo suficiente, porque durante un instante (aquel instante) había sido eterna.
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