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Yukio Mishima

La perla y otros cuentos

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  • jimenalg03idézett5 évvel ezelőtt
    El olvido llegó, inadvertidamente, cuando nadie lo esperaba. Logró filtrarse por un ínfimo intersticio e invadió el organismo como un germen invisible, abriéndose paso lenta pero seguramente. Tomoko atravesaba inconscientes presiones como cuando uno se resiste a un sueño. Rechazaba el olvido y se decía que aquél provenía de la fuerza transmitida por el nuevo hijo que había concebido. Pero el niño sólo ayudaba.
  • Ivana Melgozaidézett3 nappal ezelőtt
    Masuyama los vio alejarse. Mangiku, envuelto en su capa y Kawasaki con las manos en los bolsillos del sobretodo. Fue como si un paraguas grande, negro y húmedo se abriera ruidosamente dentro de su corazón. La ilusión que sintiera Masuyama de muchacho al ver actuar a Mangiku había permanecido intacta aun después de haber integrado el kabuki. En aquel instante se quebró en mil pedazos como una delicada pieza de cristal.
  • Ivana Melgozaidézett3 nappal ezelőtt
    En medio del camarín desierto, Mangiku parecía una mujer absorta en la tarea de hilar. Estaba tejiendo su amor y así continuaría para siempre con la mente ausente.
  • Ivana Melgozaidézett3 nappal ezelőtt
    Mangiku estaba sumergido en su amor como un gusano de seda en su capullo, listo para convertirse en mariposa.
  • Ivana Melgozaidézett3 nappal ezelőtt
    Era bastante probable que ni el mismo Mangiku advirtiera que se había enamorado. Estaba acostumbrado a describir el amor en una escala mucho más heroica.
  • Ivana Melgozaidézett6 nappal ezelőtt
    Hinaginu había muerto, en escena, a causa de un dolor tan intenso que le impedía seguir viviendo. La Hinaginu del espejo, en cambio, era un fantasma. Un fantasma que estaba abandonando el cuerpo de Mangiku en aquel preciso momento. Los ojos del actor perseguían a Hinaginu; pero, así como se apaga el fulgor de las pasiones ardientes, el rostro de Hinaginu se desvaneció.
  • Ivana Melgozaidézett6 nappal ezelőtt
    El rubor, consecuencia de sus esfuerzos en el escenario, era aún visible a través del polvo que cubría sus mejillas, como lo hace el sol de la mañana cuando atraviesa una fina capa de hielo.
  • Ivana Melgozaidézett6 nappal ezelőtt
    Noviembre estaba avanzado y la calefacción empañaba los vidrios de las ventanas. Un ramo de crisantemos blancos se inclinaba graciosamente en un florero cloisonné colocado a un lado del tocador de Mangiku.
  • Ivana Melgozaidézett8 nappal ezelőtt
    Sí, Mangiku era totalmente afeminado en su hablar y en sus movimientos cotidianos. De no ser así, aquellos momentos en los que el esplendor del onnagata que acababa de representar se diluían gradualmente como el agua del mar sobre la playa se habrían convertido en una zona divisoria entre el mar y la tierra. Una puerta cerrada entre la realidad y el sueño. La ficción de su vida era el sostén de sus interpretaciones escénicas. Y Masuyama opinaba que aquello era lo que distinguía al verdadero onnagata. Un onnagata es el hijo nacido de la unión ilegítima entre el sueño y la realidad.
  • Ivana Melgozaidézett8 nappal ezelőtt
    Las grandes emociones de la tragedia clásica parecían basarse, por lo menos en apariencia, en hechos históricos, pero en realidad no pertenecían a período alguno. Eran las emociones propias de un mundo estilizado, grotescamente trágico y vívidamente coloreado a la manera de una estampa moderna. El dolor que sobrepasa los límites, las pasiones sobrehumanas, el amor que se marchita, el gozo espeluznante, los cortos alaridos de aquellos que se encuentran atrapados por circunstancias demasiado trágicas como para ser resistidas, todo ello se había alojado minutos antes en el cuerpo de Mangiku y resultaba sorprendente que tan frágil estructura hubiera podido albergarlos sin quebrarse como un delicado recipiente.
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