La historia de mi vida

Cuando alguna vez hemos gozado de la luz del día, el día es nuestro, y lo que el día nos ha mostrado

es verdad que no hay rey que no haya tenido algún esclavo entre sus ascendientes; ni esclavo que no descienda de un rey

El sol no caldeaba ya el aire. Adiviné que el cielo se había oscurecido, porque había cesado el calor que para mí era la idea de la luz.

Se ocupó de que mis primeros pensamientos los relacionara con la naturaleza, y de que sintiese que los pájaros, las flores y yo éramos hermanos felices

A medida que se ampliaba el horizonte de mis conocimientos, daba más importancia a la felicidad de vivir

Este pensamiento, si así puede llamarse una sensación no definida por palabra alguna, me hizo saltar de alegría

. En el mundo del silencio y de las tinieblas en que vivía, no existía la ternura, ni ningún sentimiento definido

. ¡Había tantos objetos nuevos para despertar mi atención y ejercitar mis dedos!

Mi impotencia para hacerme comprender era causa constante de accesos de cólera. Me parecía que manos invisibles me tenían aprisionada, y hacía esfuerzos desesperados por librarme.

«¿El dulce aroma de las flores es el amor?» «No», dijo mi maestra. Reflexioné. El sol nos envolvía con su calor. «¿Acaso no es ese el amor?»