Corazones de gofre

—Verás, Theíco, cuando estás triste porque echas de menos a alguien, significa que quieres mucho a esa persona. Y querer a alguien es lo más bonito que hay en el mundo. La gente a la que echamos de menos, la llevamos dentro de nosotros —me explicó, dándose un golpetazo en el pecho que retumbó por toda la habitación.

¡Claro que tienes miedo! ¿Qué haces aquí si no? —le pregunté.
Lena se cruzó de brazos y chasqueó la lengua.
—Voy a salir.
—¿A salir?
—A salir, sí. ¡Quiero dormir en el porche para oír mejor estos truenos de pacotilla!

No hay residencias de ancianos para caballos. Está claro que la van a sacrificar

Dentro de poco saldrán corderillos del culo de las ovejas —le explicó Lena mientras yo acariciaba la cabeza de mi oveja favorita. Estaba gorda como un balón de baño

La vida volvió a su curso. Se acercaba marzo y yo ya me había acostumbrado a vivir con la yegua y con Lena. Mi amiga pasaba los fines de semana en la ciudad con su madre, aunque su madre venía también muchas tardes a verla a Terruño Mathilde

Sentí como si una gran roca se me derritiera dentro de la tripa. ¡Tenía una mejor amiga! Ahí estaba Lena: rapada, vendada y lamiendo otro bote de mermelada y ¡no tenía ni idea de la alegría que me acababa de dar!

Cuando acabó, empecé a sollozar. Lloraba porque Lena no tenía padre, porque la tía abuela se había muerto y porque mi mejor amiga se había mudado sin decirme adiós

Nunca volveré a salir de la cama!
Mi padre me dijo que no pasaba nada, que él se encargaría de subirme la comida aunque me quedara en la cama hasta la confirmación. Y entonces lloré más aún porque iba a tener una vida horrible

Verás, Theíco, cuando estás triste porque echas de menos a alguien, significa que quieres mucho a esa persona. Y querer a alguien es lo más bonito que hay en el mundo. La gente a la que echamos de menos, la llevamos dentro de nosotros —me explicó, dándose un golpetazo en el pecho que retumbó por toda la habitación

Me acosté con la sensación de que se me habían dado de sí los músculos de sonreír. Los tenía agotados