es
Books
Karina Sosa Castañeda

Caballo fantasma

  • María Fernanda Villegasidézett5 évvel ezelőtt
    Alguien que te habita brevemente, apenas un segundo, puede existir en ti eternamente?
  • Abril G. Kareraidézett2 évvel ezelőtt
    Deberías abandonarlo todo y estudiar literatura, más bien no estudiar. Deberías abandonarlo todo y volverte una vagabunda que lee libros
  • Raoulidézett5 évvel ezelőtt
    Me hubiese gustado tener mascotas: peces, por ejemplo. Una pecera redonda de cristal en la mesa, junto al frutero. Pero era absurdo, en mi mente estaba la idea de la fuga, de huir. Las mascotas son un vínculo con las ciudades, nunca terminan de ser felices en otro sitio. No hay peces, ni frutero sobre la mesa.
  • Abril G. Kareraidézett2 évvel ezelőtt
    Al morir mi madre comprendí que yo existía. Quizás ese día, en el funeral de mi madre, me miré en un espejo y así descubrí que yo era un fantasma.
  • F.idézett3 évvel ezelőtt
    Balzac amaba los caballos, amaba el vértigo del juego, de estar próximo al abismo y decidir dar un paso más, un paso, un movimiento, cualquier segundo basta. Se cae siempre, más, más. Como en el desquiciado amor. Como en las relaciones enfermizas y vacías: en la enfermedad, en el vicio
  • F.idézett3 évvel ezelőtt
    Quisiera tatuarme esa frase: “La cantante calva no existe”, para que él volviera a mirarme con sus débiles ojos cubiertos de espesa neblina. Qué ojos tan tristes. Cómo se habla de los ojos de nuestros amados fantasmas. Tengo en mi memoria sus ojos, pero siempre he sido una pésima fisonomista.
  • Roberto Cruz Arzabalidézett5 évvel ezelőtt
    Mamá tenía sus razones. Y mi padre no tuvo nunca ganas de decir nada. Crecimos así: juntos mi padre y yo, sabiendo que una mujer que estaba ausente, como un fantasma, me había traído al mundo. Y que eso bastaba.
  • Almudena Anésidézett7 nappal ezelőtt
    Morir, no en Alejandría. No en Budapest, ese sitio del que se ha dicho que es pura neblina amarilla, como miel derramada y empezando a envejecer. Morir, no en Uruguay, ese sitio de calles estrechas y poetas muertos.

    Morir en cualquier rincón, enunciando nuestro propio fin. Sintiendo el tropel de caballos encima de nosotros, uno a uno cada casco de caballo, cada galopar, cada exhalación, y adivinar así nuestra ruina. Entonces una sonrisa. La sonrisa de Dios, de los dioses. Un paseo por el Danubio. Mojar el cuerpo muerto en el Tíber y entonces…

    El caballo nos mira y puede morir.
  • Almudena Anésidézett7 nappal ezelőtt
    Hay una historia secreta, dentro de toda historia”, dice Hemingway.
  • Almudena Anésidézett11 nappal ezelőtt
    la memoria es como una biblioteca
fb2epub
Húzza és ejtse ide a fájljait (egyszerre maximum 5-öt)