«Haría mal en anticipar el sino de lo trágico. Los lectores —se dijo— podrían sentirse influidos por las premoniciones ominosas, lo cual suele ser nefasto; es preferible dejar que los recuerdos fluyan, recreando las vivencias del pasado, para que unos y otras hagan posible sacar las propias conclusiones al final del relato.»
Con esas palabras, el narrador de “La herencia”, que da título a este volumen, ofrece algunas claves para leer tan perturbador conjunto de cuentos. La memoria, las vivencias del pasado, la posibilidad de abordar y comprender los hechos desde diferentes perspectivas son los ejes de estas historias que no pocas veces conducen a la tragedia. Pero lo más inquietante es que aquí lo trágico es un signo que resuena en lo cotidiano: en el seno de una familia en conflicto por un testamento, con una historia impronunciable de relaciones, celos y traiciones mutuas; en la convivencia de los vecinos de un edificio en que la introducción de un simio, que recuerda a Poe, trastorna el habitual desarrollo de los días; en la conservación de un secreto que pone en juego las bases morales de toda una existencia; en el luto por la muerte de una esposa que ha sembrado una incertidumbre, es decir, en la reproducción indefinida de la fatalidad…
Contundentes, probables, turbulentos, tan diversos como diversos son sus narradores, estos relatos vuelven a dar cuenta de la solidez y originalidad de la pluma de Eduardo Zannoni.