Todo lo que vale

Brad pensó que ella lo empezaba a mirar como una mala inversión: una parcela urbanizable que se estaba hundiendo, una máquina tragaperras que nunca daba premio…

mpecé a pensar en mis cuatro hijas. Ninguna practica religión alguna. Yo pensaba que eso se lo transmitiría su madre, como hizo la mía conmigo, pero LaNelle trabajaba mucho: solo tenía tiempo para cocinar, lavar, llevar y traer cosas de acá para allá y estar siempre agobiada. Las niñas crecieron viendo televisión por cable y vídeos todas las noches, y de ahí les vino su visión del mundo, y ese es el motivo por el que cuatro chicas de pelo rubio sucio y mentón retraído del distrito de St. Helena acabaron pensando que vivían en una telenovela de Hollywood.

Aunque suspendí aquel semestre, me compensó el gasto todo lo que aprendí sobre gente con el corazón más pequeño que un perdigón de cartucho.