Autoliderazgo de nuestras emociones

Por ejemplo, escribir en un papel lo que consideramos barreras u obstáculos en nuestra felicidad y que los organicemos en orden de importancia.
Encontraremos cosas que son fáciles de resolver, como un cambio de trabajo o de ocupación, y otras que tienen un grado de complejidad elevada, como la necesidad de divorciarnos o de ir a vivir a otro país.

Es cierto: desde que el mundo es mundo se sabe que las malas relaciones enferman y que el amor cura. Lo nuevo es que las neurociencias corroboran la existencia de daños y beneficios a nivel neurológico.

El malestar emocional provocado por el rechazo de los demás “duele” en el cerebro, ya que activa las mismas regiones que el dolor físico: la corteza somatosensorial secundaria y la ínsula posterior dorsal.

Lo ideal es armar un listado de hobbies, entretenimientos o placeres y elegir al menos dos para hacer durante la semana.
•¿Con qué frecuencia salimos? Si la respuesta a esta pregunta es un número muy bajo (y todos sabemos si nuestro número es bajo o no comparado con la media), también es hora de hacer algo al respecto.

Otras investigaciones demostraron que las relaciones sociales no solo hacen a las personas más inmunes.
También posibilitan el desarrollo y la potenciación de sus capacidades cerebrales debido, en especial, a la variedad y a la riqueza de información que se incorpora a las redes neuronales.

Aquí el objetivo no es evitar las emociones. Mucho menos, se busca reprimirlas. Si el hecho lo justifica, habrá que sacar afuera la ira, el enojo, la tristeza.

El cerebro necesita identificar esas fuerzas (en el trabajo, en la familia, en la sociedad) y aprender a monitorearlas para que su intensidad no nos afecte, o lo haga con el menor impacto posible.
Aún cuando se trate de hechos importantes, la victimización es siempre el peor camino porque el pensamiento negativo afecta el sistema nervioso y reduce las defensas del organismo en su conjunto, lo cual puede enfermarnos.

Aquello que no podemos controlar existe fuera de nosotros mismos, pero influye en nuestro estado de ánimo, las relaciones que establecemos con los demás y las decisiones que tomamos.

Dejemos de postergar el disfrute. Es tan importante como las obligaciones y hasta nos permite desarrollar mejor estas últimas tareas.
La culpa es una de las emociones más negativas para tu cerebro. La privación involucra frustración, consecuentemente, un derroche de energía cerebral.
Las pequeñas gratificaciones, entendidas como estímulos gratos para los sentidos, son muchas y están al alcance de todos. Necesitamos descubrirlas y disfrutarlas.

La culpa es una traba para el placer.