Con permiso

Nosotros servimos a Jesucristo y a su iglesia, no nos servimos de ella para crearnos un nombre que sea recordado.

Creo que el protagonismo personal es en la actualidad uno de los mayores enemigos del liderazgo espiritual efectivo.

normalización del pecado.

Algo que viene muy de la mano de la prosperidad y que siempre me hace temblar es esa corriente de enseñanza cada vez más extendida que predica el principio de «la siembra y la siega» con un enfoque esencialmente material. Se anima a la gente a «sembrar» para esto o aquello, para un ministerio concreto, o para una iniciativa cristiana, o una causa en particular, prometiéndoles a cambio y por adelantado bendición económica de parte de Dios. Se manipula sin escrúpulos a personas (muchas de ellas con necesidades y en situación económica precaria) a que se desprendan de lo poco que tienen

es evidente que Pablo, teniendo de antemano una posición social elevada, una carrera importante, una reputación, y siendo un hombre de grandes recursos, renunció a todo por causa del evangelio. «Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.

¡Vive tu sueño y que nadie te lo robe!

Y así se alientan actitudes egocéntricas, arrogantes y antibíblicas entre los cristianos, fomentando un estilo de vida en el que yo vivo «asociado» a Dios, para que me cumpla mi sueño. Y con esta filosofía puedo justificar todo tipo de decisiones disparatadas, compras por encima de mis posibilidades, deudas, engaño, robo, adulterio… en definitiva todo tipo de pecado que se me antoje porque lo importante parece ser el deseo de mi corazón, no si Dios aprueba lo que hago.

Mi sueño era un piano,

Mi llamado el evangelio

Y fue mucho más fuerte

El llamado que el sueño

Después de esto ya no sé qué más decir.