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Guillermo Fadanelli

El hombre nacido en Danzig

Riquelme, el detective, es un tipo gris pero eficiente que no está convencido de revelar los resultados de sus investigaciones. Su cliente, protagonista de esa novela, es un hombre doliente y confundido porque su mujer, Elisa Miller, lo ha abandonado. Elena, Mónica, Sonia, son las sombras que atormentan con sus apariciones al desubicado personaje. Séneca, Schopenhauer y Weininger, pero también el jugador de basquetbol Magic Johnson, son las voces que agitan la conciencia del hombre cada vez que éste sostiene diálogos con sus héroes morales y deportivos.
Quizá suceda que el protagonista sólo alcanza a relacionarse con sus semejantes a través del desconocimiento y las conjeturas, pues no sabe si Riquelme planea robarlo, si Elisa vive feliz con otro, o por qué Mónica ha invadido su casa.
En esta novela, ubicada en una fantasmal Ciudad de México, Guillermo Fadanelli echa mano de los elementos más característicos de la novela negra: la figura del detective, y una constante zozobra. Si sumamos a esto su capacidad para narrar la desesperanza y las grietas de la personalidad, tenemos como resultado El hombre que nació en Danzig: un viaje por los laberintos mentales de un desesperado, un hombre al borde de la extinción.
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2020
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2020
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Benyomások

  • Polo Silbermanmegosztott egy benyomást4 évvel ezelőtt
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Idézetek

  • Gabriel Garcíaidézett4 évvel ezelőtt
    Los ojos no son los espejos del alma, sino el sexo del alma, el coño del alma.
  • Gabriel Garcíaidézett4 évvel ezelőtt
    Premisa: “La ausencia de mujeres lleva a los hombres solitarios a botar una pelota”. Otra premisa: “Las mujeres inventaron la pelota y la arrojaron a las bestias con el fin de domesticarlas”. Una premisa más: “La pelota es la pelota”.
  • Josué Osbourneidézett4 évvel ezelőtt
    La muerte tiene permiso, pero se comporta tímida y mojigata cuando se trata de cargarse a los filósofos, vaya pudor, a los filósofos no se les puede engañar ni tender argucias de un modo sencillo. Los filósofos complican la vida de la muerte. Si la muerte sufrió tantos años para engañar a mi profesor, al viejo Leonardo Cadaval, menos podría hacerlo un hombre como yo, tan asustadizo y más nervioso que los gatos.

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