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Enric Corbera

Encuentros con mi alma

Este libro consta de tres partes que casi se pueden leer como libros independientes. En la primera se despliegan una serie de conversaciones entre el héroe, nuestro protagonista, y su guía. El héroe quiere volver a casa y para ello va recorriendo su camino de la dualidad a la unidad. Este proceso le lleva a preguntar, a experimentar y a aprender los principios del mundo espiritual. El maestro le habla de la muerte y le explica qué es la mente y qué es el alma.

Todo está interconectado y todo es vibración. En función de cómo vibramos, resonamos y atraemos a nuestra existencia aquello que es acorde con nuestro estado de conciencia. Nuestra vida es la gran escuela cósmica.

La segunda parte es un viaje al inconsciente, una especie de inframundo donde el héroe habrá de superar ciertas pruebas. En ella se habla de la fuerza de las emociones, del proceso de caer y volver a levantarse, de errar y enmendarse. Las emociones son el paisaje por el que discurre nuestra vida, y uno de los grandes ámbitos de aprendizaje para el ser humano.

La tercera parte habla de la madurez espiritual y de la maestría, encarnadas en las historias de tres maestros sufíes que realmente existieron en distintas épocas históricas. Las historias de estos maestros se desarrollan en el marco de la exótica Ruta de la Seda y la legendaria ciudad de Samarcanda, en Asia Central, lo que da una nota colorista a sus enseñanzas. Las verdades universales han existido siempre: han florecido en los lugares más diversos y en las personas y circunstancias más inesperadas.

Este volumen concluye una tríada de libros de Enric sobre espiritualidad con numerosas referencias a Un curso de milagros.
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El Grano De Mostaza Ediciones
Első kiadás
2019
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2019
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Idézetek

  • Mily Sieteidézett4 évvel ezelőtt
    Muchos creen que si son ricos no podrán ir al cielo. Otros, en cambio, creen que ganando dinero, y generando riqueza glorifican a Dios. Como ves, el mundo es una locura, es demente. Tú eres la expresión de esta locura y piensas que eliminándome a mí terminará el problema. Así es como piensa el mundo, sin saber que esta forma de pensar hace girar la noria eternamente. Si eliminas una polaridad, la otra desaparece. Lo que se ha dado en llamar la eterna lucha entre el bien y el mal acabará cuando se unan los opuestos, cuando se equilibren, cuando pierdan el sobrenombre de buenos y malos.

    »En una inscripción cincelada en el templo de Delfos se puede leer: «Nada en exceso». Es una inscripción relacionada con lo que te estoy explicando. Esta máxima contempla la gran tensión entre los opuestos, y solo puede ser gobernada por aquellos que conocen muy a fondo su lujuria, su orgullo, su ira, su codicia; en definitiva, todos sus supuestos vicios. Solo aquel que ha comprendido y aceptado sus propios límites puede tomar la decisión de ordenar y humanizar sus acciones.

    »Como ves, yo no soy ese, pero tú me estás dando la oportunidad de equilibrarme y enmendarme. Estoy aprovechando la oportunidad de trascender mi polaridad, y lo hago explicando a alguien que está en la otra polaridad la forma de salir de ella y de estar en equilibrio, tal como reza la inscripción que he mencionado.

    »Voy a darte otro ejemplo, que para mí es clarísimo, de lo que expongo: la obsesión por la salud, las dietas, los medicamentos, la longevidad a cualquier precio, dan testimonio del miedo permanente a la muerte.

    »Hombres como yo estamos aquí para equilibrar esta energía y vendemos lo que haga falta. Al final de los tiempos, la humanidad entenderá que ha encontrado al enemigo y dirá: «Somos nosotros mismos».

    Se hace un largo silencio. El magnate parece cansado, pero, por primera vez, su rostro refleja paz. Ambos personajes se miran, ambos esperan una señal para saber qué hacer. Por fin el magnate —nuestro héroe— dice:

    —Gracias por estar aquí, eres el exceso de mi exceso. Para liberarte, tienes que liberarme. No te lo pienses más: dispara y me harás un hombre libre, me liberarás de mis cadenas. Yo ya he cumplido mi cometido, he sustentado la polaridad de la riqueza para que otros pudieran vivir su pobreza, y además he transmitido el secreto. No alargues más mi agonía. ¡¡Dispara!!
  • Mily Sieteidézett4 évvel ezelőtt
    —Saber mover estas energías no es malo ni bueno, es una forma de vivir. La mayoría de la gente vive dormida. Ahora mismo te estoy dando a conocer el mayor secreto del universo: tú solo puedes dar aquello que los demás están dispuestos a recibir. Yo doy lo que la gente quiere y eso es precisamente de lo que se quejan: vivir con miedo. Como creen en el miedo, yo lo alimento. Pregunto: ¿Es mi responsabilidad o la suya?

    Se hace un silencio tenso y a la vez profundo.

    —Si realmente quieres ayudar, ¿no deberías ayudarles a tomar conciencia de su situación? ¿No ganarías también dinero con ello?

    —En el universo todo se mueve por polaridades. Como te digo, el miedo sustenta una de ellas, que es la creencia en la separación, y por lo tanto en la carencia. Esta polaridad es en la que yo me muevo. Estoy aquí para alimentar este miedo, que por sí mismo demanda más miedo. Así es como funciona el universo en el que existimos.

    El héroe prosigue, y el hombre, que lleva una pistola, sigue callado y atento.

    —Te voy a poner un ejemplo muy claro. En su inmensa mayoría, la gente cree que en el mundo hay cosas buenas y cosas malas, y que ambas están desconectadas. Es decir, o haces lo que ellos llaman el bien o haces el mal. Por lo tanto, hay conductas buenas y conductas malas, y además muchos piensan que las conductas buenas no deberían costar dinero. Dicho de otra manera: el bien debe realizarse de forma altruista. He visto a gente racanear el pago de un curso o seminario que le permitirá vivir mejor y estar en paz. Se lamentan del precio, y por otro lado no reparan en gastos cuando hay que seguir a su equipo de fútbol favorito al último rincón del mundo. Por tanto, si las cosas buenas no deben costar dinero, ¿adónde irá el dinero? Por descontado, a las cosas que se acostumbra a llamar malas: prostitución, drogas, conductas desenfrenadas, apuestas, etcétera, y aquí estoy yo para recogerlo.

    El héroe continúa y el silencio se puede cortar:

    —Yo también estoy atrapado en esta polaridad. También me siento terriblemente solo, pues sé con certeza que las personas que tengo al lado, las que trabajan conmigo, me tienen miedo. Obedecen por miedo, me siguen por miedo y hacen exactamente lo que les digo porque alimento su codicia, y así se creen que tienen control sobre sus vidas. No saben que ellas me pertenecen y puedo decidir lo que quiera con respecto a ellas.

    »Estoy equilibrando la ignorancia del mundo; critican mi codicia y no ven la suya. Muchos creen que si son ricos no podrán
  • Mily Sieteidézett4 évvel ezelőtt
    Los negocios del magnate han arruinado su vida, y su hija enferma murió porque no pudo pagar su tratamiento. Lo único que le importa es matarle. El magnate balbucea unas palabras.

    —¿Qué conseguirás con mi muerte? Todo seguirá igual, alguien me sustituirá. El mundo siempre busca culpables de sus desdichas.

    El magnate se da cuenta de que estas palabras hacen mella en la mente de su potencial asesino. Y continúa:

    —No voy a moverme, puedes estar tranquilo. Conozco el poder del universo. Todo es vibración, todo es resonancia. Lo que importa es la conciencia, pues ella está creando lo que llamamos realidad. Yo no soy el malo, el enemigo. Yo soy lo que la inmensa mayoría de la gente quiere que sea. Vuestras creencias de carencia, de necesidad y de control son alimentadas por mí y mis empresas. Existo porque en la conciencia colectiva vive la creencia en la separación, en el control y en la necesidad, es decir, en la carencia. El miedo colectivo a sentirnos separados de todo lo que nos rodea genera un pavor inmenso, que es el alimento de las personas que, como yo, sabemos utilizar tamaña energía y poder.

    —No quiero escuchar tus palabras, la culpa de lo que ocurre siempre la tienen los mismos.

    —Esto es la consecuencia directa de la creencia en que la causa de la culpa está fuera y no en uno mismo. Aquí reside la esencia del poder que ostento. Me alimento de vuestra proyección, de vuestra energía, que me llega a través de vuestro odio, ira y rencor. Si la sabes dirigir, es una energía brutalmente eficiente.

    —¿Me estás diciendo que yo tengo el poder de dirigir mi vida esté como esté, tenga dinero o no?

    —Así es. El miedo no te va a dar nada. Es más, te va a quitar lo poco que tienes. El problema, que por tanto es la solución, es que, curiosamente, el dinero va a los lugares, a las asociaciones y a las personas que son repudiadas, mal vistas, criticadas, a todo lo que se considera prohibido. Como ejemplo, consideremos lo que ocurrió cuando hubo la ley seca. Nunca tan pocos se habían enriquecido tanto gracias a una prohibición. Ya conoces el encanto de lo dulcemente prohibido. Prohíbe algo y automáticamente surgirá la oportunidad de enriquecerse. Bendice algo, hazlo santo, y verás pobreza, mientras otros engordan con esa bendición. El mundo es así, la carencia de unos es la abundancia de otros.

    El discurso del magnate está haciendo mella en el asesino potencial, que se sienta en un sillón e indica al magnate que haga lo

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