El lobo estepario

Pude comprobar que Haller era un genio del sufrimiento, que él, en el sentido de muchos aforismos de Nietzsche, se había forjado dentro de sí una capacidad de sufrimiento ilimitada, genial, terrible.

desde sus ventanas oye vivir al mundo y a los hombres y se sabe excluido, pero no se mata,

Ausente, solitario y extraño, estaba sentado con una expresión fría, pero llena de preocupaciones, y mirando en el vacío.

en tanto que saber morir, rasgar el velo del arcano, ir buscando eternamente mutaciones al yo, conduce a la inmortalidad

cierra, sin embargo, los ojos y no quiere saber que el apego desesperado al yo, el desesperado no querer morir, es el camino más seguro para la muerte eterna

el hombre es una cebolla de cien telas, un tejido compuesto de muchos hilos.

Presiente su situación dentro del edificio del mundo, presiente y conoce a los inmortales, presiente y teme la posibilidad de un encuentro consigo mismo, sabe de la existencia de aquel espejo, en el cual siente tan terrible necesidad de mirarse y en el cual teme con mortal angustia verse reflejado.

Vivir en el mundo, como si no fuera el mundo, respetar la ley y al propio tiempo estar por encima de ella, poseer, «como si no se poseyera», renunciar, como si no se tratara de una renunciación —tan sólo el humorismo está en condiciones de realizar todas estas exigencias, favoritas y formuladas con frecuencia, de una sabiduría superior de la vida.

poseído de Dios le es, sin duda, muy posible afirmar al criminal

Fijó la fecha en que cumpliera cincuenta años como el día en el cual había de poder permitirse el suicidio.