No solamente porque, como todos sabemos, el amor es la experiencia más determinante que pueda tener un ser humano y porque el matrimonio, cualquiera, al menos en sus inicios, nos evoca lo que tiene de promesa, sino también porque la idea de que una mujer, cualquiera, realmente pueda querer algo que no sea hallar seguridad en este mundo junto a un marido era, hasta hace bien poco, inconcebible.