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Melanie Thernstrom

Las crónicas del dolor

  • Alejandra Carrilloidézett4 évvel ezelőtt
    porque para el médico el dolor es un enigma, pero para el paciente es un misterio, en el sentido primitivo de la palabra: una verdad que es imposible llegar a entender del todo, que se resiste a revelar siquiera un ápice de su oscuridad
  • A.idézett4 hónappal ezelőtt
    En términos biológicos el dolor es, desde luego, una función de la conciencia, ya que el sufrimiento de aquél crece en proporción a ésta, o lo que es lo mismo, se incrementa cuanto más complejo es el desarrollo cortical de una especie. ¿De verdad desearíamos no haber probado aquel fruto? ¿No significaría eso conformarse con seguir siendo simios o con ser algún tipo de criatura que no sienta dolor, como el ciempiés? En el Génesis, por lo tanto, el origen del dolor se justifica como el precio a pagar por la conciencia que nos hace humanos.
  • A.idézett4 hónappal ezelőtt
    La maldición significa el exilio de lo que podríamos calificar de estado de naturaleza. Uno podría imaginar que las funciones más básicas que permiten a las especies propagarse (alimentarse, reproducirse) no deberían causar dolor ni sufrimiento: sentimos el dolor como algo que no es natural. Nos resulta difícil imaginar un mundo sin hambre ni sed, sin embargo es fácil fantasear con una vida sin dolor e imaginar que ese tipo de vida es al que debemos o podemos regresar.
  • A.idézett4 hónappal ezelőtt
    En el caso de Eva el dolor del parto es una metáfora que abarca todo tipo de sufrimientos, pues representa cruzar el umbral de la vida, nuestra entrada en el mundo, como si se nos anunciara una vida de sufrimiento tras ese nuestro primer paso.
  • A.idézett4 hónappal ezelőtt
    «Le he puesto nombre a mi dolor, lo he llamado “perro”. Es tan leal, tan molesto y descarado, tan entretenido y listo como cualquier otro perro y puedo regañarle y desahogar mi mal humor con él, al igual que hacen los demás con sus perros, sus criados y sus esposas.»
  • A.idézett4 hónappal ezelőtt
    Pero el Dolor no es un lugar que pueda dejarse atrás fácilmente. Habitamos el reino del Dolor. El dolor nos habita.
    Dolor dictat.
    Escribimos sobre el dolor, pero el dolor nos reescribe.
  • Daniela Herreraidézettelőző év
    enfermo no tiene agenda, su tiempo no vale nada. «La enfermedad es un fracaso equiparable a la pobreza», escribió el sifilítico parisino Xavier Aubryet en 1870. Los pacientes que estaban conmigo en la sala de espera reflejaban la misma resignación que muestran los desempleados mientras aguardan para ser recibidos por su asistente social
  • Daniela Herreraidézettelőző év
    por definición, el dolor crónico es aquel que el cerebro no consigue graduar
  • Daniela Herreraidézettelőző év
    Según la teoría del doctor Patrick David Wall, un eminente investigador británico del dolor, el dolor agudo no es una percepción general del cerebro sino una percepción relacionada con una acción que ha de tomarse. El cerebro sólo puede procesar la información sensorial necesaria para emprender una decisión a la vez. Cuando intentas escapar a nado de un tiburón o estás en medio de una batalla, cuando participas en una maratón o, simplemente, estás preocupado con una sesión de psicoterapia importante, tu cerebro sólo se ocupa de ese objetivo y, por lo tanto, no presta atención a los impulsos sensoriales provenientes de una lesión y no genera su correspondiente experiencia de dolor. De hecho, muchos de esos impulsos ni siquiera llegan al cerebro. La «teoría de la compuerta», o de la puerta de entrada, que Wall y su colega Ronald Melzack desarrollaron en 1965, señala que existen una serie de «compuertas» neuroquímicas en la médula espinal que inhiben toda información no deseada
  • Daniela Herreraidézettelőző év
    Lo que yo no sabía (al igual que mucha gente) es que hay una respuesta fisiológica muy simple para esta pregunta. No tiene nada que ver con la fuerza de voluntad sino con un aspecto muy peculiar del dolor agudo. Aunque la intensidad del dolor agudo suele reflejar el grado de la lesión, el cuerpo cuenta con un hábil recurso para suprimir temporalmente el dolor provocado por una herida grave. Después de una lesión, el cerebro puede suprimir el dolor poniendo en marcha unos poderosos mecanismos inhibidores que generan y administran sus propios analgésicos, tales como las endorfinas, directamente a la médula espinal en un proceso que se conoce como analgesia descendente. Este fenómeno proporcionó a nuestros antepasados una ventaja para la supervivencia, convirtiéndose en un rasgo de selección evolutiva que les permitía emprender la huida, en vez de echarse a llorar, después de que les mordiese un tigre dientes de sable, gracias a una súbita descarga de adrenalina y endorfinas que inhibían el dolor
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