En una noche cerrada, Torstensson, abogado, conduce inquieto su coche por una solitaria carretera. El hombre mira constantemente por el espejo retrovisor, tratando de descubrir si alguien lo sigue. Repentinamente, en medio del asfalto, una silla con un muñeco a escala humana, detienen bruscamente su desplazamiento. Es otoño y la niebla ha ido arrastrándose hasta las laderas de Brösap. Torstensson, aterrado, sale de su automóvil para ver de cerca el extraño juguete. Es lo último que se sabe hizo aquella noche. Poco después, el detective Wallander se verá inmerso en un complicado caso de delincuencia económica en que se encuentran involucrados personajes de la alta sociedad. La sensación de estar luchando contra un enemigo adinerado, un mecenas autoritario, y cuyo principal sospechoso esboza permanentemente una sonrisa amenazadora, dejan en el inspector la vaga impresión de que su vida corre peligro, poniendo a prueba la capacidad reactiva de Wallander.