La prensa repite la misma lección en todos los tonos. Columnas enteras se consagran a las discusiones parlamentarias, a las intrigas de los políticos; apenas si se advierte la inmensa vida cotidiana de una nación en algunas líneas que tratan de un asunto económico, a propósito de una ley, o en la sección de noticias o en la de sucesos del día. Y cuando se leen esos periódicos, en lo que menos se piensa es en el inmenso número de seres humanos que nacen y mueren, trabajan y consumen, conocen los dolores, piensan y crean, más allá de esos personajes molestos, a quienes se glorifica hasta el punto de que sus sombras, agrandadas por nuestra ignorancia, cubren y ocultan la humanidad.