Si bien tiene aspectos temáticos interesantes entre los que destaca el establecimiento del autoritarismo y la violencia allí donde debería estar el reconocimiento, y por ende el respeto, al ser del otro, siento que no acaba por satisfacerme ni la historia mediante la que se reflexiona sobre el odio y el amor o el poder y la obediencia, ni la forma en que está estructurada la obra (porque está dividida conforme a los nombres de los tres hermanos y sin embargo la narración no parece hacer una diferencia entre esas divisiones pues en cada una aparecen igualmente narrando unos y otros sin centrarse tampoco en el personaje a que refiere el capítulo), ni el uso del lenguaje que de ratos ya me cansaba (allí si admito que es completamente una mera cuestión de juicio personalísimo porque la narración de los adolescentes me parecía tan "de chavitos" que me cansaba) y siento que, aunque estoy segura que cosas como las aquí narradas seguro que pasan y hasta quizá ocurren otras más aberrantes en la realidad, se llevó la historia a unos excesos innecesarios... En fin, simple cuestión de gustos, no fue mi lectura.
Incómodo, perturbador, irreverente, honesto. ¡Me voló la mente! Quedé encantada.
La he disfrutado, la historia se me hace suficientemente intrigante y te captura. Percibir que a veces la familia puede ser un espacio tiránico, donde las madres no tienen porqué siempre amar a los hijos, ni los hijos a las madres. Dónde te muestra que los hijos son su propia persona y aunque quiera tomarse el rol de general de la familia, no hay manera de limitar a la persona que se va forjando en cada miembro de la familia.
Definitivamente no había leído nada igual, Casandra dijo que era una historia de amor, yo aún lo dudo, pero si es una historia de libertad, donde la libertad de unos es la muerte y la de otros amar a un puente.