Se llama Plop. Es el ruido que hizo al caer en el barro cuando nació. Su madre, la Cantora, lo dio a luz atada a una carreta en marcha. El niño cayó al suelo y fue recogido por la vieja Goro, uno de los pocos humanos que saben qué fue la civilización, que aún recuerdan, por ejemplo, leer y escribir. El mundo al que llega Plop está hecho con las ruinas del nuestro. La lluvia permanente —el único agua que se puede beber— lo convierte todo en un inmenso lodazal en el que florece el hierro oxidado y los escombros del pasado. El agua del suelo brilla por la noche y no se puede beber, ni tan siquiera tocar. Esta es la historia de Plop, la de su ascenso al poder en un mundo degradado y en proceso de descomposición, donde reina el hambre, la explotación, la violencia, el olvido y la furia de lo peor de nosotros mismos. Es esta la vida de Plop, un rey de la degradación. Premio de novela Casa de las Américas 2002.