En una época llena de moralismos y reglas, con prejuicios exagerados, prohibiciones severas y valores «puritanos», donde los formalismos religiosos eran deberes incuestionables, surge una obra que cae como balde de agua fría sobre el orgulloso Imperio británico. En forma de sátira y crítica frontal a las instituciones que operaban como una industria del hambre, de la mortandad, del suplicio y del abuso descarado envuelto en la hipocresía, Oliver Twist resulta ser el reflejo más fiel de la infancia victoriana. La historia narrada por Dickens sobre un niño desamparado, criado en un orfanato, víctima de explotación y de todo tipo de maltratos, y quien, finalmente, cae en manos del hampa callejera, ha quedado para la historia como uno de los relatos más descarnados sobre la niñez.