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Alejandra Kamiya

Los árboles caídos también son el bosque

Hay muchas cosas que no tienen nombre. Ciertos momentos del día, como aquel rojizo entre la tarde plena de luz y la noche, ciertos gestos, ciertos ritmos, algunas partes del cuerpo, algunos colores como verdes que no
son ni agua ni musgo

Amanece, una mujer prepara un desayuno perfecto para su marido y su hijo, pero las cosas nunca son lo que parecen y el horror aguarda pacientemente para mostrar su peor cara. Un intercambio epistolar a lo largo de los años mantiene vivo el vínculo entre dos mujeres que se conocen de una manera tan entrañable como solo la verdadera amistad lo hace posible. En medio de una guerra, un soldado japonés cumple sin objeciones una orden tan precisa como incomprensible mientras descubre que la manera en que medimos el tiempo no necesariamente es siempre acertada. Fragmentos de una larga conversación entre una empleada doméstica y su empleadora sugieren mucho más que lo que dicen, aceptan mucho menos de lo que denuncian.
Los cuentos que componen este libro, el primero que publicó Alejandra Kamiya, pronostican lo que será un estilo con marca propia, tan despojado como potente, tan sereno como sorprendente.
Los árboles caídos también son el bosque se ha convertido en un libro ineludible de la literatura argentina contemporánea, al que hoy se le suma un breve texto inédito de Kamiya: Sobre Niimi Nankichi.
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Első kiadás
2024
Kiadás éve
2024
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Benyomások

  • Patricia Suárezmegosztott egy benyomást8 hónappal ezelőtt
    👍Érdemes elolvasni
    🎯Érdekes

    Maravilloso libro!

  • Ayanet Nmegosztott egy benyomást3 nappal ezelőtt
    👍Érdemes elolvasni
    🎯Érdekes
    🚀Letehetetlen

  • Gabriela Villamegosztott egy benyomást4 hónappal ezelőtt
    👍Érdemes elolvasni

Idézetek

  • eithan.˚₊idézett9 hónappal ezelőtt
    Y la flor, abierta como una boca que grita. Muda de sentido en su belleza.
  • Ayanet Nidézett3 nappal ezelőtt
    Mi hijo solo, con su metro de estatura, sus piernas de leche, sus movimientos imposibles como si no tuviera músculos sino que fuese movido por alguna fuerza interna, como se mueve el agua o el viento.

    Lo veo y siento miedo. Una aguja de miedo. Es algo que ha nacido en mí junto con él, este miedo. Un miedo tan real que puedo tocarlo como toco el alambre. Tiene púas.

    Grito el nombre de mi hijo. Me mira. Está quieto.

    El carnero nuevo se separa de la manada y corre hacia él. La muerte es un animal que corre hacia mi hijo quieto. El carnero pega un salto y lo roza. Los hombres corren.
  • Ayanet Nidézett3 nappal ezelőtt
    Amanezco antes que el sol. Camino descalza por la casa y me siento frente a la ventana. El verano se está yendo.

    Ahora, todo parece quieto. Como pasos, algo late.

    Miro la palabra “parto” por todos lados, como si fuera un cubo.

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